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Consecuencias sociales de la adicción. La soledad del drogodependiente.

Con frecuencia pensamos que la adicción únicamente tiene efectos sobre la salud física de una persona.

No obstante, la adicción a las drogas, también puede tener efectos sociales negativos que no siempre se les da la importancia que requieren, uno de ellos es la soledad.

La soledad como consecuencia de la adicción

Aunque no siempre se la asocia con el aislamiento social, la soledad conduce a un estado anímico que termina por afectar la forma en la que una persona se relaciona socialmente.

Se sabe que durante todo el proceso de rehabilitación, una persona con adicción experimenta diferentes estados de soledad.

En la etapa de recuperación, la persona adicta conoce la soledad anhelada en la que debe lidiar con la frustración y el impulso por consumir. Es aquí cuando aprende a reconocerse internamente, lo que puede permitir iniciar el proceso de dejar a un lado el consumo y empezar la búsqueda de sí mismo.

Es común que muchas personas adictas consideren que tienen bajo control su consumo, en el sentido de que solo lo hacen esporádicamente o en ocasiones especiales.

Lo que no saben es que al exteriorizar su consumo, intentado mezclarlo con una vida social “aceptable” para ellos y para quienes les rodean, siempre terminan por cruzar los límites.

Como consecuencia de esto, sus hábitos de consumo sobrepasan lo socialmente permitido. Entonces la persona adicta alcanza un punto en el que opta por marginarse voluntariamente para de esa manera poder consumir sin preocuparse por lo que puedan opinar las personas de su entorno.

Es aquí cuando aparece lo que se conoce como soledad forzada ya que sus hábitos de consumo externos están completamente desbordados. Se da cuenta de que únicamente estando solo puede consumir a cualquier hora del día en la cantidad que desee.

Lo que siente un adicto al dejar la droga

Cuando finalmente se toma la decisión de ingresar a un centro de desintoxicación, la persona adicta le imprime un cambio radical a su vida.

El primer paso es dejar de consumir cualquier tipo de sustancia adictiva, para después experimentar el vacío en su interior que le provoca la abstinencia.

Una persona adicta que experimenta la soledad, tiene que aprender a vivir sin tener que volver a consumir drogas cuando se siente solo. Es en este momento durante el cual el adicto siente más ganas de consumir.

Para lidiar con todo esto es fundamental que se compartan dichos pensamientos y sensaciones con los terapeutas.

La soledad anhelada

Conforme se progresa en la rehabilitación, el paciente experimenta un bienestar general, como resultado de haber recuperado sus emociones sin tener que recurrir al consumo.

Es una soledad anhelada o buscada que el propio tratamiento requiere y que conduce a un estado de serenidad.

Lo que se busca es convertir la compulsión por consumir en un acto de introspección y reconocimiento de sí mismo. También es un sentimiento de búsqueda que se regenera todos los días mediante las terapias grupales y en donde todos los problemas desencadenan en soledad.

A través del apoyo del grupo y la familia, los pacientes pueden finalmente dejar a un lado todos esos sentimientos de derrota y autocompasión.

Deshacerse de la culpa

En esta etapa, los pacientes comienzan a recuperar progresivamente su autoestima, mejor aún, con el paso del tiempo y los tratamientos terapéuticos, se experimenta un cambio radical en su personalidad.

Es un cambio que tiene que ver con la aceptación de todas las cosas a su alrededor externas a sí mismo.

Mediante una sensación de serenidad y la comprensión de los demás, así como de su ser interior, el paciente está preparado para abandonar la culpa y evitar todos aquellos sentimientos que obstaculizan su crecimiento personal.

El sentimiento de culpa muchas veces también involucra los celos y la envidia, aspectos que al ser tratados y asimilados adecuadamente en la terapia, pueden ser parte de la personalidad del paciente como una forma de crecer y llevar una vida libre de drogas.

Cuando el sentimiento de culpa es bien reorientado, proporciona una percepción de la vida más placentera.

Finalmente cada cosa ocupa su lugar y lo que antes era una vida antisocial, se convierte en una vida sana y responsable.

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